¿Baños en un mar plácido?

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Cuando empieza el buen tiempo y nos situamos de pleno en la época estival, a la gran mayoría, nos gusta disfrutar de los pequeños placeres que ésta nos ofrece. Jornadas al sol, comida fresca, poca ropa, baños refrescantes en el mar… Lujos, para muchos, de los que sólo podemos sacar provecho unos pocos meses al año, por ello, más que nunca, hay que saber aprovecharlos. Pero, ¿qué sucede si, sin darnos cuenta ni ser conscientes de ello, estamos reduciendo, todavía más, esas probabilidades de disfrutar de un verano como merece, por culpa de nuestra rutina diaria a lo largo del año?

Un estudio a nivel internacional reciente, liderado por el ETH de Zurich y en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) estatal; ha determinado que los océanos absorbieron de la atmósfera, durante la década pasada, unas 34 gigatoneladas del CO2 (dióxido de carbono) generado por el hombre; un dato que equivale a ¡más del 30% del total de los gases de efecto invernadero!

Todo este proceso natural que se da en los mares, responde a la llamada de la naturaleza y al equilibrio que ésta busca para compensar los excesos de la humanidad. En realidad, que los océanos capturen todo ese CO2, reporta que estos funcionen como un gran sumidero, algo crucial para la regulación de los niveles atmosféricos de este gas. Si esto no se diera de esta forma, la concentración de CO2 en la atmósfera (efecto invernadero) y el alcance del cambio climático, sería considerablemente mayor.

Los análisis de este estudio en particular, en el que han participado científicos de siete países, y que empezó en 2003; llevan realizándose desde muchos años atrás. Determinar qué parte del CO2 generado por el hombre es absorbida por el océano, fue, es y seguirá siendo una prioridad para los investigadores, de modo que podamos continuar entendiendo el clima y los efectos de su alteración, dada la mano del hombre en su proceso natural, para conservarlo.

El aumento de la acidez de los océanos

Parece ser que, por el momento, el porcentaje de CO2 absorbido por los océanos se ha mantenido estable estos últimos años, si bien, la cantidad final va en aumento de manera sustancial. Es decir, al aumentar la concentración de gases contaminantes que producimos en la atmosfera, el sumidero oceánico ha respondido reforzando su ejercicio proporcionalmente; cuanto más CO2 se encuentra flotando en el aire, más es absorbido por éstos.

Cuando los océanos realizan esta función, lo que hacen es disolver el CO2 en la superficie del agua, para luego, distribuirlo en su inmensidad a través de las corrientes oceánicas. Éstas transportan el CO2 disuelto desde la superficie a las profundidades del océano, donde se acumula a lo largo del tiempo.

Por el momento, la naturaleza sigue su curso y no hemos llegado a saturar el “espacio de almacenaje” vital que nos proporciona el sumidero marino, pero existe una contrapartida al buen funcionamiento de éste: el CO2 disuelto en el océano está causando el aumento de la acidez del agua de los mares, algo que tiene graves consecuencias para sus muchos organismos.

No es nuestro hogar, pero sí el de muchas especies de animales que nos proporcionan alimento y contribuyen a esa compleja, pero sabia cadena global llamada, ciclo de la vida. Si no tratamos como merecen los recursos de los que disponemos, más pronto de lo que imaginamos, lograremos hacer desaparecer lo más preciado que se nos ha regalado. Entendamos las consecuencias de nuestros actos y pensemos en si queremos seguir disfrutando de jornadas de playa en familia, o con los amigos, en lugar de solo poder contemplar desde la ventana ese “inmenso azul”, destruido por nuestros propios descuidos.