Definir la temperatura de la calefacción

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Todos terminamos haciéndonos la pregunta, y es que, ¿cómo saber cuándo la temperatura de nuestro hogar es la que corresponde? Disfrutar de un ambiente agradable en casa, depende de varios factores. Cada espacio tiene sus propias características y existen múltiples factores que pueden determinar la elección de una graduación u otra. El primero de ellos, y en el que menos incide la mecánica en sí misma, o el tipo de sistema del que disfrutemos, es la persona. Cada uno de nosotros somos un mundo completamente aparte. Como se suele decir: “no existen dos personas iguales” (y ¡suerte!), por eso, podría suceder que distintos individuos puestos en un mismo espacio a X temperatura, algunos afirmen encontrarse a gusto, mientras que otros se quejen de estar pasando frío, o contrariamente, calor. Con esto, lo que queremos decir, es que, al final, uno decidirá cual es su temperatura idónea.

Otro factor que incide a la hora de determinar la sensación térmica en casa, es el momento del día en el que nos encontremos. No es igual la temperatura nocturna que la diurna. La incidencia de la luz solar nos aporta un plus de calor, que puede permitirnos jugar con el termostato y mantener la temperatura a raya. Por la noche y a primera hora de la mañana, la ausencia del astro rey causa mayores bajadas de temperatura con respecto a las horas centrales del día.

Entonces, ¿cómo regulamos la calefacción y definimos esa temperatura ideal, correcta y necesaria? Como decíamos, algunos factores serán más determinantes que otros y, según ello, terminaremos eligiendo el grado que más nos convenza, pero si hacemos caso de las recomendaciones hechas por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), la temperatura conveniente que deberíamos definir en nuestro sistema de calefacción tendría que encontrarse entre los 19 y 21 grados centígrados.

El consumo energético: ¿la decisión final?

Es importante recalcar que, obviamente, a todos nos encantaría poder estar del todo a gusto en casa (o en el trabajo, nuestro negocio, etc.), y vivir en una especie de verano permanente, por lo menos, dentro de nuestro hogar. Pero, eso se paga. No sólo a nivel económico, sino también, a nivel medioambiental. Incrementar un grado de más la temperatura de la calefacción, supone aumentar el consumo energético en un 7%. Un derroche energético para el que, ni nuestros bolsillos ni el planeta, se encuentran preparados.

Por esta misma razón, aplicar y respetar lo establecido por la regulación “oficial” y controlar esos parámetros en la temperatura, son un pequeño gesto que podemos realizar, y sentirnos cómodos sin necesidad de derrochar energía, ni pagar más por ello.

Otros recursos para definir la temperatura ideal

Cuando la sensación térmica, pero, no es suficiente y necesitamos más, aún y con la calefacción a 21 grados, podemos encontrar maneras de ser eficientes y usar pequeños trucos que nos ayuden a regular la temperatura y sentirnos bien dentro de casa. Recursos como sacar provecho a esas horas diurnas que mencionábamos, anteriormente, y que permiten la entrada de calor a través de la incidencia de los rayos del Sol. También, un método más especializado, es el de utilizar válvulas termostáticas en los radiadores para regular el caudal de agua que entra en cada uno y gestionar, así, la temperatura que queremos en cada habitación. A veces se hace necesario contener el calor en un espacio que usaremos con mayor regularidad, que desperdiciarlo en lugares inservibles.

Y no olvidemos que, además de en casa, existen muchos otros espacios, que deben velar por el uso apropiado de la calefacción, ya que, no sólo sus propietarios, sino también sus visitantes, necesitan sentirse cómodos. Hablamos, por ejemplo, de lugares como oficinas, empresas, almacenes, etc.; o locales como restaurantes, tiendas y bares, donde el cliente desea encontrarse a gusto. Un servicio por el que pagará, además. Por eso, en todos ellos, mantener una temperatura ideal en el sistema de calefacción (de igual modo hablaríamos de ello, en verano, con equipos de aire acondicionado), es una cuestión fundamental. Para estos espacios, existe un decreto de ley que establece las disposiciones mínimas de seguridad y salud que deben cumplir: temperaturas entre los 17 y 27 grados, según el tipo de actividad que realicen.