Las renovables le ganan el juego al petróleo

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La supremacía del petróleo como fuente de energía nunca ha sido discutida a lo largo de siglos y siglos de un uso desmesurado de éste. Tanto que, incluso, su demanda ha estado plagada de tensiones geopolíticas. Pero su rentabilidad como negocio ha empezado a verse discutida por los grandes expertos del sector tras el avance tecnológico y la lucha contra el cambio climático, algo que propició el desarrollo de las energías renovables como nuevas gestoras del funcionamiento global.

Ejemplos tan palpables como la explosión de la industria eólica, la instalación -cada vez más- notoria de placas solares, los proyectos gubernamentales para reducir el impacto de los países ante ese cambio climático o, como conocimos durante la cumbre del clima de Madrid el diciembre pasado, la inversión del sector automovilístico en crear coches eléctricos en pro de los motores de combustión “de toda la vida”.

El mundo parece -al fin- haber iniciado ese camino de no retorno hacia la sustitución progresiva de los combustibles fósiles por energías más limpias, algo que ya ha causado su efecto en las cuentas de las petroleras, quienes comienzan a contar en miles de millones sus pérdidas.

La electrificación del sistema

Esta información supone una buena noticia para todos, especialmente, para empresas como la nuestra, Ainfar S.L., que aún y seguir tratando con todos esos sistemas más cotidianos, velamos por la innovación y la sostenibilidad de los nuevos proyectos en instalaciones. Son tantas las esperanzas puestas en ello y la fe en obrar con el respeto que nuestro planeta merece, que investigadores profesionales han calculado cuánta energía útil –en el caso de los automóviles– se podría obtener invirtiendo la misma cantidad de dinero (100.000 millones de dólares) en petróleo y energías renovables. La conclusión que se estima es que dentro de 25 años los nuevos proyectos en energía eólica y solar podrían producir entre seis y siete veces más energía que la gasolina, y entre tres y cuatro veces más que el diésel. Algo que tendremos que ver, realmente, con el paso del tiempo, pero que nos hace replantear, seriamente, que los días del petróleo como carburante “están contados”. Y así como en el sector de la automovilística, esperamos que se haga efectivo en todas las esferas sociales para poner fin al derroche sobredimensionado que estamos haciendo de nuestro mundo.

Discrepancias

En este sentido, han surgido ciertas discrepancias al respecto. Y es que parece que el ideal calculado para la industria del automóvil puede no ser tan realista como quisiéramos; no en un corto y medio plazo, para todos los sectores que precisan de ese cambio para seguir mediando por el medio ambiente. Los expertos, aunque bogan porque finalmente se consiga, sostienen que todavía es pronto y que el mundo no está preparado para un cambio disruptivo tan acelerado.

Veremos cómo evoluciona el negocio y si las primeras expectativas hacia ese salto son reales o ficticias. La verdad es que el petróleo tiene múltiples aplicaciones, pero en el transporte representa un 65% del total consumido, sumando a su uso en carretera (que supone la mitad de la demanda global), barcos y aviones. A día de hoy, energía eólica y solar no tienen la escala necesaria para competir con el crudo; no obstante, todo parece indicar que la dinámica cambiará en los próximos 10-15 años, a medida que la tecnología siga su curso. Algo que no parece tan ilógico si hacemos el mismo replanteamiento una década atrás, cuando se hacían los pronósticos de cómo nos encontraríamos hoy y parecía ciencia ficción.

Uno de los pilares que permite pensar en ese punto a favor hacia las renovables es la disminución de su coste. En apenas cuatro años, el precio de la eólica terrestre en España, por ejemplo, ha bajado de los 84 euros por megavatio-hora (MWh) a 44 euros, y el de la fotovoltaica, de 145€ a 40€, según los datos contratados por el portal analista BloombergNEF.

Seguiremos atentos a todos estos avances en materia, que son vitales para un futuro más ecológico, en el que tanto sociedad como planeta salen ganando 😉