Suelo radiante: ventajas

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Sistemas de emisión de calor para no pasar frío durante el invierno hay muchos. El más popular de todos ellos, y también el más tradicional, son los radiadores, pero podemos encontrar en el mercado posibilidades de todo tipo: fancoils, ventiloconvectores, bombas de calor, estufas, radiadores convencionales o de baja temperatura, zócalo radiante, radiadores eléctricos…

En otras ocasiones hemos repasado los beneficios de algunos de ellos y las oportunidades que brindan a nuestro espacio. Hoy, en esta nueva entrada en nuestro blog, queremos hacer hincapié en el suelo radiante, uno de los sistemas de calefacción más destacados y que desde Ainfar S.L., os recomendamos su instalación como método eficaz, cómodo y sencillo.

¿Qué es el suelo radiante?

Recordemos, en qué se basa este equipo -y su funcionamiento- para observar con detalle las ventajas que nos ofrece.

Los sistemas de calefacción radiante, en este caso, suelos radiantes; suministran calor a través del suelo del espacio donde se hayan instalados, calentando el aire adyacente de forma indirecta. Consiste en una red de tuberías distribuidas uniformemente por las distintas estancias donde quiera disfrutarse de sus características, por las que circula agua a la temperatura apropiada.

Existen dos tipologías destacadas cuanto a estos equipos: el suelo radiante eléctrico y el suelo radiante hidrónico (basado en el calentamiento y circulación del agua). Éste es el más polivalente y del que queremos hablaros hoy, pues puede trabajar con cualquier tipo de caldera -o bomba de calor- y, a la vez, ofrece interesantes posibilidades para sacar provecho a las distintas energías renovables (aerotermia, geotermia…) permitiendo obtener la máxima eficiencia de estas soluciones.

Ventajas: ¿por qué es una buena inversión?

  1. Gran ahorro

Aunque el precio de la instalación de un suelo radiante -en un principio- puede parecer algo elevado, frente a otras opciones del mercado (el precio por metro cuadrado oscila entre 45-60€); realmente merece la pena disfrutar de él, ya que reduce el consumo energético en torno a un 30% de media. Eso, sin contar con las posibilidades que ahora mismo comentábamos de las fuentes de energía renovables. En ese caso, el ahorro puede llegar al 70-80%.

Este ahorro se produce porque este sistema necesita temperaturas más bajas que los radiadores, por ejemplo, lo que exige un menor consumo de energía. Cuanto más se necesite calentar el agua para calentar el espacio, mayor consumo. Además, gracias a la alta inercia térmica del sistema, el lugar donde se haya instalado no pierde calor tan rápidamente. Esto evita los constantes encendidos y apagados de los equipos energéticos, factor primordial que contribuye a ese ahorro y a una mayor vida útil del equipo.

  1. Un equipo que pasa desapercibido

En casa, en la oficina… sea cual sea el espacio donde queramos instalar nuestro sistema de calefacción, según la opción que elijamos, vamos a tener que convivir con el equipo en sí y acostumbrarnos a su presencia. Radiadores, bombas de calor… elementos que devendrán un ornamento decorativo más, ocupando un espacio, si queremos disfrutar del calor que desprenden.

En el caso del suelo radiante, aparte de la caldera y las válvulas de zonificación, que además ya se instalan en habitaciones poco transitadas; no tiene ningún componente visible.

  1. Distribución de calor uniforme

La mayoría de sistemas de calefacción suministran calor desde un punto focalizado (es decir, desde el lugar donde se ubica el dispositivo que lo genera: radiador, bomba de calor, estufa…). El área en torno a éste será la zona más cálida de la estancia y, a partir de ahí, se eleva hacia el techo (puesto que pesa menos que el frio) y cae, de nuevo, después de perder gran parte de su calor. Eso hace que el aire en altura sea mucho más caliente que el del suelo, frío y, en este caso, totalmente ineficaz.

Por el contrario, los sistemas de suelo radiante calientan lentamente las habitaciones desde la amplitud del suelo y hacia arriba. La superficie calienta, por lo tanto, el aire adyacente a una temperatura relativamente baja, transfiriendo calor al resto de la zona a una velocidad uniforme. Esto significa menos contrastes de temperatura en las habitaciones, poca estratificación vertical de ésta y espacios más confortables, en general.

  1. Ecológico y sostenible

El suelo radiante es un sistema de calefacción ecológico y respetuoso con el medio ambiente. En su correcto funcionamiento, produce muy pocas emisiones contaminantes y la energía que consume es poca. Además, como decíamos antes, si sacamos provecho a los beneficios que también nos garantizan las fuentes de energías renovables: energía solar, geotermia, aerotermia, biomasa, etc.; el grado de sostenibilidad es mucho más alto.

  1. Mayor aislamiento

Su instalación aporta aislamiento adicional a la vivienda tanto térmico, que ya es lógico, como acústico.

  1. Arma de doble filo

El suelo radiante es uno de los sistemas de calefacción más fiables y rentables, pero es que, además, podemos sacarle partido todo el año, ya que no sólo en invierno, haciendo circular agua caliente, logramos nuestro objetivo con él. Si hacemos circular por la red de tuberías agua a menor temperatura (12-18ºC) podemos conseguir un agradable sistema de enfriamiento del aire del espacio.

Invertir en la instalación de suelo radiante se amortiza rápidamente, como habéis podido ver, gracias a las múltiples características positivas que éste aporta, tanto cuantitativamente como cualitativamente. Si queréis más información acerca de este equipo tan ecológico, eficiente y confortable, no lo dudéis más y poneros en contacto con nosotros; os ayudaremos a conocer -todavía más- las grandes posibilidades que este sistema puede ofreceros.